Aprestar con filosofía
Por:: Lydia Usero Quiñones, Primer Vicepresidente NFB de Puerto Rico
Decimonovena Convención Anual
Desde los inicios de National Federation of the Blind en Puerto Rico, dos de nuestros principales objetivos han sido promover la enseñanza de la lectura y escritura en braille y del uso y manejo del bastón blanco para ciegos, chicos y grandes. Como parte de nuestro empeño en promover la enseñanza de estas dos destrezas básicas para los ciegos, comenzamos a ofrecer clases de lectura y escritura braille y del uso y manejo del bastón blanco todos los viernes, de marzo a junio y de septiembre a diciembre, en las facilidades de la Biblioteca Regional para Ciegos y Físicamente Impedidos en San Juan. La enseñanza de lectura y escritura en braille a los niños ciegos y niñas ciegas es prioridad para nosotros en la Federación. Sin embargo nunca habíamos tenido niños ciegos y/o niñas ciegas menores de diez años en nuestras clases de braille.
En febrero de este año, nuestro Presidente, el señor Alpidio Rolón, recibió un correo electrónico de la madre de una niña ciega de siete años, preguntándole si podíamos aceptar a su niña en nuestras clases de braille. El señor Rolón se comunicó conmigo, y me consultó la probabilidad de aceptar a la niña en nuestras clases de braille. Mi única preocupación…, las personas inscritas para tomar las clases eran adultas, y debido a que el acercamiento no es el mismo, no era apropiado que la niña estuviera trabajando junto al resto del grupo. Acordamos en que él iba a trabajar con el grupo de adultos, y yo trabajaba con la niña. Casualmente, en los días próximos a comenzar las clases, hubo el acercamiento de otra madre para que le ofreciéramos clases de braille a su hijo de siete años. Así que, ahora eran dos.
El día que comenzamos las clases, el niño llegó acompañado con su mamá, que también venía para tomar las clases de braille y la niña llegó acompañada con sus abuelos. Antes de comenzar la clase, con el propósito de saber un poco sobre la niña, conversé‚ un rato con la abuela. Me informó que la niña tenía un síndrome que entre las condiciones que éste causaba era ceguera; que el oftalmólogo que la trataba desde su infancia , había recomendado se le enseñara braille; que la niña estaba cursando el segundo grado en un colegio privado; y que tenía una maestra de “visión” asignada por el Departamento de Educación.
¿Una maestra de “visión”… Un maestro de “visión”?… Pausa, por favor. ¿Será que la maestra de “visión” le estaba enseñando a la niña a poder ver? Continuemos.
Le expliqué a la abuela por qué en la Federación decimos que el término correcto es maestra/maestro de o para ciegos, ya que estos profesionales enseñan técnicas alternas a los niños ciegos y niñas ciegas para que puedan funcionar independientemente. Además, que el utilizar el vocablo “visión” enfatiza lo que el niño ciego y/o niña ciega carece y no en la capacidad y el potencial que ellos pueden lograr por medio de métodos alternos. Aclarado esto, le cuestioné que si la niña tenía una maestra asignada por el Departamento de Educación, ¿por qué y para qué pidieron que nosotros le ofreciéramos las clases de braille?, siendo éste el deber y la responsabilidad de la maestra. La respuesta de la abuela me hizo comprender el por qué estos profesionales y expertos son “maestros/maestras de visión”. La abuela me respondió que la profesional en “visión” consideraba que no era apropiado se le enseñara braille, uso y manejo del bastón, ni iniciarla en el uso y manejo de alguna asistencia tecnológica, que primero había que aprestar a la niña, y que además, como la niña tiene un poco de residuo visual en unos de sus ojos, podía utilizar letra agrandada.
Vamos a ver…, “La maestra de “visión” tiene que primero aprestar a la niña”. El diccionario nos define “aprestar” como preparar, disponer lo necesario para algo. Pensando en la definición se me ocurre preguntarles, ¿saben para qué esta profesional experta en “visión” está aprestando a la niña? Sencillo, la está aprestando para que la niña se sienta avergonzada de ser ciega, subestime el valor y la efectividad de métodos alternos, como el braille, el uso del bastón y el uso y manejo de la asistencia tecnológica, que tenga la falsa noción de que su habilidad para aprender depende de lo que ella pueda ver y que sus expectativas de éxito sean ninguna.
Carie Gilmer, otrora Secretaria de la Organización Nacional de Padres de Niños Ciegos (National Organization of Parents of Blind Children (NOPBC), de la National Federation of the Blind, presentó en el Comité de Resoluciones y fue adoptada el 7 de julio de 2006, en la Asamblea General de la Convención Nacional, la Resolución 2006-07. En dicha resolución se condena y deplora el uso del vocablo “visión” para describir profesionales, adiestramientos y servicios relacionados con la ceguera. Al sustituir el vocablo “visión” con el vocablo “ciego” estamos indicándoles a los estudiantes ciegos que no es vergonzoso ser ciego, y que la vista no es el único enlace hacia el éxito. Para algunos de nuestros miembros pueden sonar fuertes estos dos términos: condenar y deplorar. En ocasiones, es necesario condenar y deplorar, no sólo vocablos que menosprecien nuestro valor y potencial, también tenemos que condenar y deplorar acciones y actitudes como las de la maestra de esta niña que también menosprecian nuestro valor y potencial.
En la National Federation of the Blind no evitamos el uso del vocablo ciego, ya que no nos sentimos avergonzados de ser ciegos, sabemos que a través del dominio de métodos alternos podemos ser exitosos y que el valor y el potencial de los seres humanos no están relacionados con tener vista. Convencidos de esto, aprestamos a nuestros niños ciegos y niñas ciegas hacia la igualdad, y plena participación en la sociedad.
Imagino se estarán preguntando, ¿qué pasó con los niños?, ¿se les dieron las clases de braille?, ¿se les ofrecieron las clases del uso y manejo del bastón? Nuestro Presidente, el señor Rolón, les preguntaría, “¿Cuál es nuestro nombre?”, pero yo les pregunto, “¿Quiénes somos?” “¡Somos la National Federation of the Blind! Nada más con el testigo.”
Nuestra compañera, la señora Sonia Rosario, me asistió en las clases de braille, y el señor Eduardo González, nuestro Segundo Vicepresidente, trabajó con cada uno de los niños en las clases del uso y manejo del bastón. El primer día de clases nos fue bastante bien. No les voy a negar que tuviéramos que luchar un poco con ellos, ya que como ambos tienen un poco de residuo visual tenían que usar vendas para tomar las clases y ninguno de los dos quería. Cuando terminó la clase, ambos habían podido leer sus primeras palabras, y se sentían muy motivados y contentos porque iban aprender braille, ya que nos expresaron les dolía mucho la cabeza cuando los ponían a leer la letra impresa.
Al finalizar las diez clases, el niño leía a muy buen ritmo y dominó con un mínimo de errores la escritura tanto con regleta y estilete, como con la maquinilla Perkins. Sé que en las clases de bastón con Eduardo, nuestro compañero tuvo que agotar todas sus estrategias para mantenerle la mano que tenía libre lejos de las vendas, ya que de vez en cuando le hacía sus trampitas. Pese a esto, sé que Eduardo quedó satisfecho con el trabajo del niño. Lamentablemente no les puedo decir lo mismo de la niña. Después de la primera clase, todo fue cuesta abajo. ¿Aprendió? No al nivel que nos hubiese gustado. Aunque muy inteligente y muy dispuesta, la niña se estaba debatiendo entre dos fuerzas, por un lado, nosotros que le estábamos enfatizando que no es vergonzoso ser ciego, de la importancia del braille y el uso del bastón para ella, y por el otro lado, ya no su maestra de “visión”, alguien más importante para ella, su abuela paterna, que tiene el mismo síndrome que la niña, que le decía que ella nunca necesitó del braille y de un bastón, que sus compañeros de clases se iban a mofar de ella. Lamentablemente, como dice el refrán: “Hay amores que matan”.
Compañeros y compañeras Federacionista, que acciones y actitudes como las de esta maestra y esta abuela nos aliente para continuar nuestro trabajo para ayudar a los padres a hacer posible que cada niño ciego y niña ciega aprenda las herramientas necesarias que lo capaciten para vivir a su máximo potencial, porque es respetable ser ciego.