Posibilidades

Por: Carol Castellano.

A diferencia de su hermano que a los cuatro años decidió que sería un científico de dinosaurios, mi hija Serena tardó mucho en decidir qué iba a ser cuando creciera. No fue hasta los siete años que descubrió que su destino era ser una cantante de música popular folklórica. Tocaba felizmente en mi guitarra los acordes de Michael Row the Boat Ashore.

En 1992, cuando Serena tenía ocho años, comenzó la campaña política para elegir al Presidente. Escuchaba embelezada frente al televisor los discursos de ambos partidos. Pasadas las convenciones nacionales de ambos partidos, concluyó que en realidad no deseaba ser una cantante de música popular folklórica, sino una Senadora cantante de música popular folklórica. En otoño, después de los debates entre los candidatos a Presidente, Serena decidió que sería Presidente. Su continua andanada de preguntas sobre cómo llegar a ser Presidente, y sobre qué hacían los políticos, llevó a su padre y a mí a pensar que se inclinaba seriamente a dedicarse a la política.

Tarde en la primavera de este año, Serena acompañó a su padre a recoger guisantes del jardín. De vuelta en casa, dijo mientras sostenía su canasta con guisantes, que le interesaba mucho la jardinería.”¡Que bueno!”, le dije, “serás de gran ayuda para papá.” Aparentemente el tema le cautivó, ya que al día siguiente me preguntó si los jardines de Casa Blanca eran tan grandes que el Presidente no podía cuidarlos por todo el trabajo que tenía. Le contesté que sí, y que seguramente había mucha gente encargada de cuidar los jardines de Casa Blanca. “Creo entonces que no seré una Presidente jardinera”, me dijo. “Seré simplemente jardinera.” Apenas había crecido su ambición de ser jardinera cuando comenzó a tomar clases de piano, y decidió luego de tocar unas cuantas notas, que deseaba ser pianista.

¡Serena pasa por una maravillosa etapa de su vida! Todo le interesa, y todo lo prueba. El mundo es para ella una fruta madura que tiene que saborear. Cree en si misma, como nosotros creemos en ella. Y teniendo en cuenta que lo que una persona piense de sí determina qué será , es en extremo importante que los padres de un niño ciego, y los adultos que comparten su vida, tengan una idea positiva sobre la ceguera, y todo lo que las personas ciegas pueden hacer.

Si un maestro de niños ciegos o una revista especializada nos dijera que los niños ciegos no pueden aprender a hacer ciertas tareas, y si llegáramos a creer lo dicho, es casi seguro que no le daríamos a nuestros hijos la oportunidad que toda persona necesita para aprender a desempeñar cualquier tarea. El niño por tanto, nunca aprenderá a hacer las tareas. Imagine sin embargo, que nunca le dijeran a nuestros niños ciegos y a nosotros que la gente ciega no puede hacer ciertas cosas. ¡Imagine cuál sería el resultado si toda la gente creyese que los ciegos pueden hacer lo que deseen! Dicha actitud, combinada con la asistencia a las convenciones nacionales de la Federación Nacional de Ciegos, fortalece mi creencia de que las personas ciegas pueden lograr todo lo que deseen, y lo que me guía en la crianza de mi hija.

A veces leía en “publicaciones especializadas” la frase “aceptar la ceguera del niño”. Siempre siento preocupación ante el vocablo “aceptar”, ya que su significado dependerá de cómo lo defina cada persona. Para algunos, “aceptar la ceguera del niño” significa que si el niño es ciego, la ceguera limitará lo que el niño puede hacer, lo que él o ella puede comprender, y lo que él o ella aprenderá. A menudo se refieren a esta forma de pensar como “ser realista”. Podemos sin duda, prever cuáles serán los resultados de esa forma de pensar.

Aceptar la ceguera del niño es para mí, aceptar la realidad del hecho en sí. Es comprender que la ceguera no evitará que el niño o niña logrará lo que desee. Es permitir, inclusive insistir, que él o ella aprenda los métodos alternos que toda persona ciega necesita para lograr sus metas. Debemos como padres, continuamente buscar la forma de lograrlo. Debemos además, despejar todos los caminos. Veremos entonces con regocijo cómo nuestros hijos miran hacia el futuro pensando que todo es posible.

Las convenciones nacionales de la Federación Nacional de Ciegos nos permiten conocer una gama de gente ciega. Mi esposo y yo conocemos, o hemos escuchado hablar, a un maestro de escuela superior ciego, un profesor universitario, un matemático, un científico, un hojalatero, un maestro de artes industriales, un diplomático, un ingeniero, un constructor de motores de alto rendimiento y a un hombre que ha participado en competencias de navegación sin ayuda desde San Francisco hasta Hawaii. Todo lo cual nos permite comprender que la ceguera no limita la capacidad de lograr todo lo que se desea. La información que se obtiene en las convenciones beneficia a nuestra hija y a sus maestros. Vayan a una convención nacional, ¡esto puede ser lo más importante que hagan por sus hijos ciegos!