Mi discurso de agradecimiento

Por: Yadiel Sotomayor.

A menudo, el comienzo de la ceguera conduce a la depresión. A veces es tan extrema, que la gente considera quitarse la vida. En el siguiente relato, Yadiel Sotomayor hace un breve recuento de su lucha personal, y describe cómo la gente en su filial le ofreció una salida a su desesperación, y una razón para creer que podía vivir y prosperar. Esto es lo que dice: Gary Wunder, Editor Braille Monitor

En una de mis clases, la profesora nos pidió que escribiéramos un discurso de agradecimiento. Dijo que nos olvidáramos de la gramática y sólo nos concentráramos en la escritura. Teníamos sólo quince minutos para hacerlo. Mientras pensaba en alguien a quién quería dar gracias, un terrible recuerdo me vino a la mente; la vez que traté de escapar de la vida. Así que decidí escribir acerca de la organización que me ayudó a recordar que la vida vale la pena vivir, la Federación. Aquí está lo que escribí.

Muchas personas merecen que se les de gracias. Sin embargo, este discurso de agradecimiento no se dirige a una persona, o dos, o tres, sino que está dirigido a una organización que me ha ayudado de muchas más maneras de las que puedo mencionar. Hablo de la National Federation of the Blind.

¿Qué hace que una persona trate de quitarse la vida? ¿Es cobardía o valentía? ¿Es un grito de socorro o un último y desesperado intento de tratar de reparar algo? No puedo responder a eso. Lo que sí puedo decir es que debe ser algo malo.

Durante el verano del 2008, estaba en la cocina de mi casa con un cuchillo en una mano, listo para cortarme las venas. ¿Qué me detuvo? Hasta hoy día no sé, pero sí sé que estaba desesperado. No sabía qué estaba pasando. Me estaba quedando ciego rápidamente. Siempre supe que iba a suceder. Pensé sin embargo, que estaba a cinco o diez años de distancia. Estaba tropezando y cayéndome mucho, porque no podía ver el suelo. No podía ya perderme en las tierras de los libros y en los juegos de vidéo. No tenía a dónde ir. Necesitaba respuestas. Por otro lado, necesitaba un lugar para escapar.

Un mes después de que estuve en la cocina con el cuchillo, descubrí a la National Federation of the Blind. Al comienzo pensé que no pertenecía. Pensaba que estaba en el lugar equivocado. Sin embargo, me equivoqué. Comenzada la reunión me presenté. El presidente de la Federación de Puerto Rico me preguntó delante de todos: “¿Eres ciego?” Le respondí: “Sí”. Él dijo: “Entonces has venido al lugar correcto.”

La Federación me enseñó los fundamentos de orientación y movilidad con el bastón para que no me caiga cuando camino. Me enseñó a leer en Braille para que pudiera perderme en las tierras mágicas de Hogwarts, Narnia y la Tierra Media, una vez más. Me enseñaron que no hay nada malo en ser ciego.

En el verano del 2010, apenas dos años después de unirme a la organización, gané una beca nacional. Fuí a Dallas, Texas, donde ví a miles y miles de hombres y mujeres ciegos que viven una vida normal. Conocí y ví a maestros, abogados, ingenieros, médicos, y todo tipo de personas ciegas que trabajan en diferentes profesiones, viviendo de la manera que yo quería vivir, una vida normal.

Actualmente estudio para un segundo título de bachillerato. Mis objetivos futuros son mixtos. Inicialmente pensé que quería ser traductor, pero últimamente, he comenzado a tomarle el gusto a la enseñanza. En este momento estudio para obtener un grado en la enseñanza de inglés como segundo idioma. Soy presidente del comité de asistencia tecnológica de nuestra filial, ya que una de las cosas que me gusta es ayudar a otras personas ciegas a aprender cómo manejar una computadora.

Decenas, quizá miles de personas me han transformado, de ese niño asustado con un cuchillo en la mano, de hace casi cuatro años, en el hombre, que soy ahora. El Doctor Kenneth Jernigan con sus enseñanzas acerca de lo que significa ser ciego; el Doctor Marc Maurer con su deseo de mejorar la calidad de vida de las personas ciegas; Alpidio Rolón, Presidente de la filial de Puerto Rico, con su orientación; Lydia Usero, Primer Vicepresidente de la filial de Puerto Rico con sus amables palabras y estímulo; Shalmarie Arroyo con su amistad; y la lista sigue creciento. En lugar de agradecer a cada uno de ellos individualmente, agradezco a la organización que los unió. Gracias National Federation of the Blind, por quitarme el cuchillo de la mano y darme un bastón blanco, que voy a utilizar para marchar con mis hermanos y hermanas ciegos, y difundir el verdadero significado de lo que significa ser ciego.