Nace la primera academia Braille

Nace la primera academia Braille

 

La Academia Braille nació como respuesta a la necesidad urgente de fortalecer la alfabetización y la autonomía de las personas ciegas en Puerto Rico. Desde su creación, ha sido un espacio de aprendizaje colaborativo que ofrece talleres, clases y actividades diseñadas para enseñar el sistema Braille a niños, jóvenes y adultos, adaptándose a sus necesidades y ritmos de aprendizaje. Esta iniciativa surgió del compromiso de educadores y de la NFBPR que entendieron que el dominio del Braille no solo es una herramienta educativa, sino un derecho fundamental para garantizar la inclusión social y profesional   de   las   personas   ciegas.

 

Su propósito principal fue empoderar a las personas ciegas a través del conocimiento del Braille y sus aplicaciones prácticas en la vida cotidiana. Además, la Academia Braille se ha propuesto promover la igualdad de oportunidades educativas y laborales, fomentando la independencia y el liderazgo entre sus estudiantes. A través de un enfoque integral, la academia busca que cada participante descubra y desarrolle sus habilidades, contribuyendo a una sociedad más inclusiva, respetuosa y equitativa.

 

Braille y Esperanza: El Nacimiento de una Academia que Transforma Vidas

 

Todo comenzó con el sueño de un grupo de visionarios comprometidos con la educación y la inclusión: el Prof. Tomás Cintrón, primer vicepresidente de la NFBPR; la Profa. Jiselys Torres, discípula del Prof. Cintrón; Josué Rosado y Vanessa Torres, ayudante de maestro. Todos ellos, miembros activos de la NFBPR y fieles creyentes en su filosofía, soñaron con crear un espacio donde el Braille fuera más que un sistema de lectoescritura, convirtiéndolo en una herramienta de empoderamiento. Fue gracias al apoyo decidido de Aleyda Santos, presidenta de la NFBPR, que ese sueño tomó forma y vida en el proyecto llamado: Academia Braille de la NFBPR. La Academia Braille tuvo una duración de tres meses y se ofreció en formato híbrido, combinando sesiones virtuales y presenciales. Participaron personas de distintas regiones de Puerto Rico, unidas por el deseo de aprender y transformar sus vidas. Esta diversidad enriqueció la experiencia y demostró que el Braille no tiene fronteras.

 

A esta academia se unieron personas llenas de valentía y deseos de superación: Ana Cintrón, Quincy Lozada, Hiram Otero, Jennifer Vega, Jennifer Pantoja, Maritza Macon, Candelario Galloza, Lara Blanco, Carlos Contreras, Magdamari Sánchez, Wanda Cotto y Leslie del Valle. Muchos de ellos comenzaron con pocos o ningún conocimiento del Braille, pero con una gran determinación de aprender. Cada uno enfrentó sus propios desafíos y, al final, lograron mucho más de lo que imaginaban. Gracias a estos participantes por permitirnos mostrarles no solo el Braille, sino también la verdadera misión de la NFBPR: demostrar que, con voluntad, apoyo y una comunidad unida, se puede transformar la vida y abrir puertas a un futuro lleno de posibilidades.

 

En las aulas de la Academia Braille se entrelazan historias de vida que transforman no solo a quienes aprenden, sino también a quienes enseñan. Algunos participantes llegaron motivados por el amor a sus hijos: padres y madres que no querían que sus pequeños crecieran sin acceso al Braille, luchando por aprender cada letra, cada símbolo, para luego replicarlo en casa con orgullo. Otros, con lágrimas en los ojos, cumplieron la promesa hecha a un familiar fallecido que siempre soñó con dominar el Braille. También llegaron aquellos que, empujados por la necesidad, buscaban una herramienta para reintegrarse al trabajo o la escuela. Y no faltaron los que, con determinación inquebrantable, llegaron simplemente para conquistar una meta personal, demostrando que la superación no tiene edad ni límites.

 

Detrás de cada logro y cada aplauso están los profesores, guías pacientes y comprometidos que con cada clase demuestran que el Braille no es solo un código, sino un puente hacia la independencia. Junto a ellos, la presidenta de la NFBPR, Aleyda Santos, ha sido un motor de inspiración, abriendo puertas y levantando voces para que cada historia cuente. Gracias a esta academia, la vida de muchos ha cambiado profundamente: donde antes había dudas, ahora hay confianza; donde reinaba la incertidumbre, florece la esperanza; y donde solo había un deseo, ahora existe un camino lleno de oportunidades y logros compartidos.