De compras en el supermercado

Por: Carol Castellano.

A mi hija Serena le encantan las visitas semanales que hacemos al supermercado. Su diversión comienza a las afueras de la tienda, en donde escoge la canasta para sentarse. Y luego hacemos que abran las puertas automáticas. Todo lo cual parecerá magia para una niña, ya que de pronto se adentra en un mundo interesante repleto de olores, sonidos, sabores y gente. Teniendo en cuenta la edad del niño, la visita al supermercado es una oportuna ocasión para que una madre aproveche para enseñar.

La rutinaria visita al supermercado comenzó cuando Serena tenía tres años. “Papá desea que le llevemos peras”, le digo a Serena cuando llegamos al departamento de frutas y vegetales, y comenzamos a escoger unas cuantas. ¿Qué te parece esta?, le pregunto. “¿Crees que huele bien? Mira cómo se siente. Aquí está el tallo. ¡Fíjate, el tallo tiene una hoja! Busquemos una funda plástica en que ponerla.

Serena me ayuda a desprender la funda del rollo, y contamos las peras a medida que las ponemos en la funda. Una, dos, tres y cuatro. Una para papá, una para mamá, una para Serena, y otra para John. ¿Crees que tenemos suficientes peras? Vamos a tocarlas a través de la funda. ¿Sientes que hay cuatro peras dentro de la funda?” Luego nos movemos hasta donde están las manzanas. “Umm, las manzanas no huelen igual, y se sienten distintas. Pero mira, tienen tallos. Tanto las peras como las manzanas tienen tallos.

Nuestro recorrido por el departamento de frutas y vegetales nos permite hablar sobre todo lo que nuestra familia consume. Considero que la información que le doy sobre cada artículo lo hace más significativo para ella. “A mamá le gustan las manzanas Delicious, y a papá le gustan las Macintosh.” Puede que cantemos una canción (Manzanas y Guineos, Day-O) o hablemos sobre el guacamole que vamos a hacer con el aguacate. También uso cuentos para expandir el mundo de Serena. “Fíjate, el perejil es como el que Peter Rabbit —Pedro Conejo— encontró en el jardín de Macgregor.” En tales situaciones, Serena se atreve a manejar y explorar cosas que usualmente no le gusta tocar. Cosas como brócoli o lechuga.

A fin de darle una idea de cuánta comida se vende en el supermercado, le digo que extienda su mano para que toque. “¡Este pasillo es largo! Serena, ¡en este pasillo hay galletas, galletas y más galletas!”, mientras ella toca con su mano extendida. Esto lo hacemos en casi todos los pasillos. Especialmente en aquellos que son de su interés. Trato de proveerle toda la información que creo que puede absorber, siempre y cuando que sea divertido para ella. Recordará la nueva información siempre y cuando ésta esté relacionada a algo que ya aprendió. Por ejemplo, “el pan que está dentro del paquete está hecho de trigo. ¿Recuerdas el trigo que vimos en la granja?” Incluya toda la información que considere sea relevante para su niño o niña.

La sección que a Serena más le gusta después de la de galletas, es la de productos lácteos. Le encanta manejar y contar los paquetes de queso, los envases de leche y jugo de china y los huevos dentro de su caja. Mucho se puede aprender con esto. “El envase de leche es más pequeño que el de jugo de china.” Use los términos cuartillo y galón si cree que su niño ya los comprende. “El jugo de china pesa tanto que apenas puedo levantarlo. Escuchamos el ruido que hace al colocarlo cuidadosamente detrás de ella en el carrito de compras. “El jugo dentro del envase proviene de chinas como las que escogimos hace un momento. Tienes que cortar las chinas y exprimirlas para extraer el jugo. Serena, ayúdame a examinar los huevos. No queremos llegar a casa con huevos rotos. Vamos a contarlos. Doce, eso es una docena. Mañana desayunamos huevos.”

Trato siempre de que Serena tome los artículos de los estantes. Y si no alcanza, los pongo sobre su falda para que los examine. Entonces le digo, “vamos a ponerlo en la canasta que está detrás de ti”. El continuo uso y énfasis de la preposición “detrás”, permitió que Serena se aprendiera la palabra y su significado. El asiento del carrito sirve además para destacar “a tu lado”, y mamá “está frente a ti.” Puede practicar las destrezas de memorización preguntándole, “¿recuerdas dónde puse los guineos? Sí, están a tu lado en el asiento.”

A medida que recorremos la tienda hablamos sobre sonidos, formas y texturas. “El envase de mantequilla de maní es redondo. Los macarrones en esta caja hacen mucho ruido cuando lo sacudes. ¿Hacen ruido los macarrones cuando los cocinas? No, porque las cosas suaves casi no hacen ruido.” “Estas papas están cubiertas de tierra porque crecen en el suelo. Tenemos que lavarlas antes de cocinarlas.”

“Mamá necesita que le autoricen el cheque.” Así que caminamos hasta la ventanilla donde lo autorizan. “Serena, ¿puedes por favor sostener la chequera? Dámela por favor, y sostén mi bolígrafo.” Considero que el uso correcto de términos tales como “bolígrafo, autorizar y cheque”, permite que el niño entienda qué se hace y amplía su vocabulario.

Finalmente llegamos a donde se paga. “Serena, ¿oyes las cajas registradoras? Aquí es donde se paga lo que compramos. Mamá está poniendo en la correa lo que compramos. ¿Quieres ver cómo se mueve? Mira, aquí están los “pretzels” que compramos. Los saqué del carrito y los puse en la correa. La cajera nos dirá cuánto tenemos que pagar. Tan pronto pague nos podemos llevar a casa lo que compramos.”

Para entonces ya hemos consumido tres snacks, estamos cansadas y deseosas de llegar a casa. El cansancio sin embargo, vale la pena ya que cada vez que Serena acude al supermercado aprende cosas nuevas y consolida las que sabe. De ahí que comprende más, y se siente atraída por todo lo que el mundo le ofrece.